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«El rey Ben Adad te manda decir: “Tu plata y tu oro me pertenecen, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos.”»

El rey de Israel le respondió:

«¡Por supuesto! ¡Todo lo que tengo le pertenece a Su Majestad!»

Los mensajeros volvieron a hablar con Ajab, y le dijeron:

«El rey Ben Adad ha dicho: “He mandado a decirte que vas a entregarme tu plata y tu oro, lo mismo que tus mujeres y tus hijos.

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